12/13/2012

Nueva suspensión de audiencia

Causa contra Gerardo Martínez: 
Sitraic y organismos de Derechos Humanos denuncian nueva suspensión de audiencia 
Nuevamente en el lapso de diez días, la Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones suspendió la audiencia para tratar la apelación presentada por los organismos y organizaciones querellantes en la causa por el accionar de Gerardo Martínez como agente del Batallón 601 de inteligencia en la dictadura. En el primer caso, se debió a la decisión de los magistrados de tomarse licencia 24 horas antes de que se realizara la audiencia fijada para el 29 de noviembre.

En el día de la fecha, la situación se replicó pero desde el Tribunal se adujeron distintos motivos. A las 9 y media de la mañana, se le informó a uno de nuestros compañeros que "el oficial mayor, compulsando los registros de la Cámara, detectó una intervención anterior de la Sala II en una causa conexa, por eso declinaron la competencia en su favor". Considerando que tienen la causa elevada hace meses, y ya fijaron dos fechas, es inaceptable otra idea que la orden política de dilatar el tema. Recién el próximo 19 de diciembre, los querellantes seríamos recibidos por los integrantes de la Sala II.
Las organizaciones querellantes exigimos una respuesta inmediata  para que se garanticen nuestros derechos. El intento de cerrar la causa ha sido combatido en la calle para terminar con la impunidad que Gerardo Martínez tiene desde hace 30 años. Es gravísimo que un ex agente de inteligencia y miembro del aparato represivo de la dictadura continúe gozando de los privilegios que le da su estrecha relación con el Gobierno Nacional.
Exigimos respuesta inmediata, basta de impunidad.

Firmantes: 

AEDD – Asociación de Ex –Detenidos Desaparecidos
AGD UBA – Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires
APEL – Asociación de Profesionales en Lucha
APEMIA – Asociación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA
CADEP-Coordinadora Antirrepresiva por los Derechos del Pueblo
CADHU – Centro de Abogados por los Derechos Humanos
CEPRODH – Centro de Profesionales por los Derechos Humanos
CORREPI  - Coordinadora Antirrepresiva contra la Represión Policial e Institucional
CTA Capital – Central de Trabajadores de la Argentina – Capital Federal
Liberpueblo
MST – Movimiento Socialista de los Trabajadores
SITRAIC – Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Afines

12/12/2012

Reabrir la causa de investigación del servicio Gerardo Martinez

La presentación se realizará mañana para reabrir la causa contra el titular del gremio de la construcción (UOCRA) por su presunta participación como agente civil de inteligencia del Batallón 601 del Ejército durante la última dictadura militar. La audiencia comenzará a las 12.30 ante la Sala I de la Cámara Federal, donde pedirán que revoque el archivo de la causa que en septiembre pasado dispuso el juez federal Ariel Lijo.

La Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y el Sindicato de los Trabajadores de la Industria de la Construcción y Afines (SITRAIC), entre otros, denunciaron el año pasado que Martínez fue en 1982 agente civil de inteligencia del batallón 601 y que habría dado información que permitió el secuestro y desaparición de trabajadores de la construcción.

El juez Lijo y el fiscal Jorge Di Lello coincidieron en archivar la denuncia al señalar que un informe de la Secretaría de Derechos Humanos concluyó que "la totalidad de los 94 ilícitos a trabajadores o extrabajadores de actividades ligadas a la construcción fueron anteriores al 1 de marzo de 1982, año en el que, según registró Gerardo Alberto Martínez, fue incorporado al Ejército Argentino como agente civil de inteligencia".

"Si bien Martínez cumplió funciones en una estructura intrínsecamente ilegal, su responsabilidad penal no puede ser determinada por sus funciones, o porque objetivamente pertenecía al Batallón de Inteligencia 601", sostuvo el juez Lijo el 21 de septiembre pasado, cuando archivó la denuncia.

Los organismos apelaron la resolución y pidieron que se siga investigando a Martínez. Señalaron que en el legajo Martínez aparece como que prestó servicios en la "Zona 4", perteneciente a Campo de Mayo, donde funcionó un centro clandestino de detención, por lo que pidieron medidas de prueba para avanzar sobre ese aspecto. También reclamaron ser tenidas como parte querellante en la causa.

10/23/2012

Demolición ilegal de un muro del CCD Puesto Caminero de Pilar

Desde H.I.J.O.S. Córdoba repudiamos con fuerza la demolición ilegal del muro que señalizaba el ex Centro Clandestino de Detención y Tortura conocido como Puesto Caminero de Pilar.

Durante el operativo de desalojo de una familia, el día viernes 19 de octubre por orden del intendente de Pilar Diego Bechis, empleados  municipales demolieron la única pared que quedaba como señalización de que en Pilar funcionó un Centro Clandestino de Detención durante la última dictadura militar. 

El Puesto Caminero de Pilar ubicado a la vera de la Ruta nacional nº 9 es reconocido como un espacio de memoria por la Comisión de la Memoria de Pilar, el Archivo Nacional de la Memoria, la Red Federal de Sitios de Memoria, el Archivo y la Comisión Provincial de la Memoria y el Municipio de Pilar. El edificio que ocupaba el puesto caminero fue demolido hace años quedando en pie un muro y un espacio verde que fue transformado en una plazoleta de la Memoria amparada por la Ley provincial 9286.  El muro en cuestión no tenía ninguna relación física ni legal con la casa que se intentaba desalojar.

Este accionar del municipio de Pilar es ilegal y violatorio de los derechos humanos.

Varios testimonios  y denuncias judiciales dan cuenta del funcionamiento de este sitio conocido como “La Escuelita de Pilar” o "Puesto Caminero de Pilar” como Centro Clandestino de Detención y Tortura formando parte de la estructura del Estado Terrorista a través de la Policía de la Provincia y más específicamente del D2 (Departamento de Informaciones 2 de la Policía de Córdoba). Más allá del valor simbólico del lugar, era la ubicación exacta donde se cometieron delitos de lesa humanidad que aún no han sido juzgados y su desaparición afecta a los procesos judiciales, históricos y académicos en busca de la Verdad, la Memoria y la Justicia que se vienen llevando a cabo en la provincia y el país.

La familia que por orden del juzgado de Río Segundo debía ser desalojada vive hace más de 20 años en ese lugar y no se les ha respetado su derecho a la vivienda al desconocer que tienen en proceso un juicio por usucapión de la casa.


Exigimos la inmediata preservación del lugar de memoria y el respeto por la preservación de la historia argentina, la construcción de Memoria y el trabajo de la Comisión de la Memoria de Pilar.

Exigimos el inmediato esclarecimiento de los hechos, que se investiguen las responsabilidades de las autoridades involucradas y que sean sancionadas.


H.I.J.O.S. Regional Córdoba
en la Red Nacional

LOS JUZGA UN TRIBUNAL, LOS CONDENAMOS TODOS!

La lógica en que se están desarrollando los juicios a los represores, con el desguace de la causa, su división en etapas a criterios discrecionales, la permanente revictimización de las víctimas, los beneficios de que gozan los genocidas y su imputación por delitos comunes lleva a contradicciones difíciles de explicar. 
Ningún sujeto político puede quedar afuera del debate, porque problematizar estos juicios nos permite respetar la verdad histórica, es por eso que vale preguntarnos: ¿es posible que para un Genocida como Raúl Guglielminetti, de tamaña participación durante la planificación y ejecución del plan genocida, no se solicite reclusión perpetua? ¿Es posible que José Luis Caceres, miembro de la Triple A , custodio y matón de Remus Tetus, captor y torturador de muchos compañeros, sea mantenido como víctima Y TESTIGO PROTEGIDO? ¿Es posible que para Desiderio Penchulef, Comisario de Río Negro y Jefe de la Comisaría de Cinco Saltos, imputado por secuestro y torturas, se solicite sólo 6 años de Prisión? ¿Es posible no haya ningún imputado de la Policía Federal , ni del Servicio Penitenciario ni de la Policía de Neuquén en este Juicio, cuando se ha comprobado en la causa la participación conjunta de las fuerzas represivas junto a las FF AA en los operativos? ¿Es posible que hayan desfilado como meros testigos Policias que han manifestado haber sido los captores de compañeros o haber conducido operativos de secuestros?

Estas son sólo algunas preguntas que nos permiten también ALEGAR y poner de manifiesto las tamañas arbitrariedades y contradicciones de este proceso judicial que lejos está al día de hoy de permitirnos hablar de “Justicia”.

Por más de 30 años, a través de su lucha constante contra la impunidad, los compañeros ex detenidos, familiares de desaparecidos, organizaciones de DD HH y el pueblo trabajador en su conjunto fueron construyendo una memoria colectiva y una verdad histórica que no se corresponden con estas decisiones políticas y jurídicas de algunas de las partes de este Juicio.

El Estado, con su doble representación (Fiscalía y Secretaría de DD HH), nada ha dicho de las responsabilidades que le competen para seguir atacando la impunidad. No sólo ha pedido penas escandalosas hacia los genocidas que grafican lo impúdico de sus alegatos sino que tampoco procede a la apertura de los archivos de la dictadura ni a dar de baja a los cientos de genocidas que aún cumplen funciones o que cobran jubilaciones con “honores” decretados por este gobierno (como el caso de Vittón, quien está siendo juzgado como jefe de la sub área represiva 5.2.1.1).

Por un lado la Secretaría de DD. HH. reconoce que los delitos de lesa humanidad se cometieron en el marco de un genocidio, pero les imputa a los Genocidas penas bochornosas de 20 a 6 años de prisión por delitos comunes. 

Por otro lado, la Fiscalía sólo reconoce que fue un plan criminal y clandestino desde el aparato estatal y solicita penas de 24 a 5 años de prisión. Alega que es un atenuante para la totalidad de los imputados gozar del concepto de ser “buenos vecinos”. TAL COMO LO ESTA LEYENDO: PARA LA FISCALÍA LOS EJECUTORES DE ESTE PLAN GENOCIDA QUE SECUESTRARON, TORTURARON Y DESAPARECIERON A NUESTROS COMPAÑEROS DEBEN SER CONSIDERADOS COMO BUENOS VECINOS Y POR ENDE GOZAR DE PARTE DE LOS ATENUANTES QUE PERMITE UTILIZAR EL CODIGO PENAL.

El bochornoso alegato del ministerio fiscal y la deprimente pena solicitada fueron justificados sobre los argumentos de que "imputan bajo criterios legales, que cuidan el debido proceso y no buscan venganza". Sin duda, al expresar estas afirmaciones pretenden poner motes de “vengadores”, “ignorantes” o “resentidos” a aquellos que criticamos su accionar. Se olvida la fiscalía de que durante todos estos años este pueblo, los familiares de los/as desaparecidos/as y los mismos sobrevivientes no lucharon para “mandar a los genocidas al paredón”, ni los movilizó la sed de venganza sino todo lo contrario: la lucha los encontró en las calles reclamando el “juicio y castigo a los culpables” y la justicia verdadera.

Pero, mal que les pese, tenemos argumentos, ejemplos y hechos que demuestran que sus decisiones y el pedido de pena constituyen una postura ideológica y no mero legalismo. No podemos entender este proceso judicial sin una explicación política del mismo. Las partes en el juicio deciden qué “biblioteca” y POSICIÓN IDEOLÓGICA defender.

Existen argumentos jurídicos, políticos, históricos, doctrinarios y jurisprudenciales que ya han expresado que es posible afirmar que lo ocurrido en Argentina fue un Genocidio. Al día de la fecha, 11 sentencias lo han confirmado. Muchos de esos fallos han sido ratificados por la Corte Suprema , por lo que están firmes. Por otro lado, existen alegatos de fiscales y fallos de jueces que se han expresado a favor de la posibilidad legal de condenar directamente por Genocidio (fallo en disidencia de causa Nicklison y alegato del fiscal en causa ABO).

La Fiscalía eligió ignorar estos precedentes, pero es la misma Fiscalía que no duda en llevar a Juicio por luchar a compañeros como Guagliardo y Huth, de ATEN, que debieron enfrentar un juicio oral ante la requisitoria y elevación a juicio que llevó adelante la Fiscalía Federal. Tampoco duda en procesar a decenas de compañeros por salir a protestar a las rutas, como hizo en el caso de la abogada de los ceramistas, Natalia Hormazabal. 

Por otro lado, la querella de la APDH ha reconocido que lo ocurrido en Argentina fue un plan genocida (no así en el juicio del 2008). Sin embargo, para que esto no sea meramente declarativo, se debe instar esta imputación ya desde las indagatorias, los procesamientos y la elevación a juicio. Este organismo se ha encargado de mantener una postura que no representa la lucha popular que ha permitido que algunos genocidas deban sentarse en el banquillo de los acusados. No podemos sostener de ninguna manera que los Juicios son parte de una “culminación” de la lucha por la Verdad , Memoria y Justicia. Menos aún justificar la imputación por Homicidio de los casos de los compañeros desaparecidos. 

¿Es posible que una Organización de DD HH impute a los Genocidas por delitos comunes y se permita no pedir prisión perpetua para la mayoría de ellos? (25 años a Guglieminetti es un claro ejemplo). En su alegato la APDH expresó, acertadamente, que no existía una pena que pudiera reparar tanto daño y que justamente solicitaría aplicar la máxima pena ¿Cómo justifica haber pedido sólo 6 años de condena para el Comisario y encargado de la comisaría de Cinco Saltos, Desiderio Penchulef, que está imputado por dos hechos de privación ilegítima de la libertad agravada y tormentos físicos y psíquicos? Teniendo en cuenta ese pedido, ¿se pueden sostener las penas de más de 20 años que solicitó para Genocidas imputados por los mismos delitos? ¿Es posible luchar por las torturas de las fuerzas represivas actuales en los barrios y en las cárceles con semejante precedente? 

No obstante sabemos que sólo la lucha y la movilización pueden derrotar la impunidad que los distintos gobiernos han tratado de sostener. Es por ello que nos sumamos a las convocatorias y acciones tendientes a defender una lucha que no es privativa de un sector sino que le corresponde al pueblo trabajador que día a día sufre las consecuencias del genocidio, la impunidad y la continuidad del aparato represor.
¡ LA VERDAD ES Y SEGUIRÁ SIENDO REVOLUCIONARIA!

PORQUE LOS JUZGA UN TRIBUNAL Y LOS CONDENAMOS TODOS EXIGIMOS:
CONDENA POR GENOCIDIO, CÁRCEL COMÚN Y EFECTIVA A TODOS LOS RESPONSABLES.

ACTIVAR 
-Lucha y Organización contra el Genocidio y la Impunidad- 
Octubre de 2012 — con Hijos Ex-Detenidos Mdq, Hijos Resiste, Corriente de Trabajadores y  Sindicato Trabajadores Construccion SitraicPO NeuquénApdn La PlataFiske RedxlaIdentidadHijos MadridCambio Psicosocial,Antena LibreOmar VillablancaLa Brecha ComahueLA Dario Santillan TucumanApdh RosarioHijos Río CuartoComunicadoras Populares En RedBarricada TevesUnter Seccional Seccional RocaCorriente Surcos La PlataFederacion Universitaria PatagonicaSecretaría De Prensa Fadecs FadelCes SindicalesFederacion Universitaria ComahueComisión De Mujeres Fadecs-FadelSindicato De Prensa Neuquén,Adosac Puerto Santa CruzAdosac Filial El Calafate,Insurgentes CehumaAdosac Filial Rio Turbio,Wayruro ComunicaciónCta Fisque MenucoAdosac Las HerasApdh MisionesCulturas Itinerantes yFlor Lezcano.

10/09/2012

EL “CIRCUITO CAMPS” A LA VANGUARDIA DE LOS MUERTOS IMPUNES


Murió el genocida Saint Jean
Posicionando a la ciudad de La Plata a la vanguardia en la situación de impunidad de que gozan los represores de la última dictadura pese a la reapertura de los procesos judiciales en su contra, el pasado viernes falleció impune el tercer genocida imputado en el juicio “Circuito Camps”: el ex gobernador militar de la Provincia de Buenos Aires Ibérico Manuel Saint Jean.

Tras los fallecimientos en total impunidad de los represores Rubén Paéz (jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata entre junio y diciembre del ‘77) en febrero pasado y de Alejandro Arias Duval (jefe del Destacamento de Inteligencia 101 de La Plata entre ‘76-‘79) en mayo de este año, la muerte del geronte Saint Jean, de 90 años, confirmó al proceso “Circuito Camps” como el juicio con mayor cantidad de represores muertos impunes durante las audiencias, lo que como mínimo debería llamar la atención sobre la falta de celeridad general del proceso.

Nacido en Chascomús, en septiembre de 1922, Saint Jean ingresó en el Colegio Militar en 1940. Fue director de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, agregado militar en Brasil y pasó a retiro en febrero del ’73. Designado gobernador de facto en la dictadura por Decreto n° 47 del 7 de abril del ‘76, ocupó el cargo hasta el 28 de marzo de 1981.

Beneficiado durante décadas con las leyes de impunidad, Saint Jean fue procesado a indagado en mayo de 2008. En el juicio “Circuito Camps” se señalaba su responsabilidad en la organización del plan represivo, en cuanto a la provisión y sostenimiento de la estructura edilicia, del personal y de los medios materiales indispensables para la realización de las conductas ilícitas perpetradas durante toda su fase ejecutiva. La acusación fiscal afirmaba que “Saint Jean asumió la gobernación de la provincia a sabiendas de que tal circunstancia requería ser parte de un plan criminal” y que “la Policía de la provincia de Buenos Aires no pudo haber funcionado con independencia del Poder Ejecutivo Provincial, así como tampoco pudo estar a disposición de otro organismo sin la decisión de este poder”.

Pese a su importante rol en la cadena de mandos represivos, la imputación a Saint Jean es una muestra del recorte  fragmentación que la justicia realiza en estos procesos: se lo acusaba sólo por 62 casos de secuestros, torturas y un homicidio, ocurridos en el CCD “Puesto Vasco”, entre ellos los sufridos por integrantes del “Grupo Graiver” y ministros del gobernador Victorio Calabró.


Saint Jean fue uno de los 15 genocidas cuya situación acusatoria se agravó en septiembre pasado, merced a la impecable actuación de la querella del espacio “Justicia Ya!” que logró ampliar la acusación por los homicidios de al menos 33 víctimas cuyos restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Ello importaba la posibilidad de condenarlo a prisión perpetua, por eso el tribunal le había revocado la domiciliaria de la que gozaba desde hace años en su departamento porteño de calle Cabildo N°639 y lo mandó al hospital penitenciario de Ezeiza.  
En las dos posibilidades de declarar que tuvo en el marco del juicio “Circuito Camps” se llamó a silencio, como la mayoría de los genocidas allí juzgados.

La justicia a cuentagotas sigue inclinando el fiel de la balanza hacia la impunidad, ya que a más de 9 años de caídas las leyes de impunidad son 313 los genocidas procesados muertos impunes contra 261 condenados.

Algunos de los últimos genocidas imputados en distintas causas que murieron impunes son represores tan sonados como Cristino Nicolaides, jefe del Ejército durante la cuarta junta militar y por responder en el juicio por el “Plan Sistemático de Apropiación de bebés”. O como Rubén Visuara, agente de la SIDE y primer jefe del centro clandestino de detención “Automotores Orletti”, reincorporado al órgano de inteligencia del Estado por Hugo Anzorreguy y en actividad allí hasta el gobierno de De la Rúa. O como Pedro Alberto Duran Sáenz, jerarca del CCD “El Vesubio” fallecido a menos de un mes de concluir el primer juicio sobre ese lugar de detención. O como Julián Corres, represor que actuó en el CCD “La Escuelita” de Bahía Blanca y que esquivó durante años a la justicia como beneficiario de leyes de perdón, como procesado prófugo, como fugado, como apartado de la causa por cuestiones de salud y finalmente como muerto antes de recibir condena.
El caso más reflejado en los medios de comunicación fue la muerte de Antonio Domingo Bussi, coordinador de la represión como interventor militar de Tucumán y en todo el noroeste como jerarca de la estructura del Comando del 3er Cuerpo del Ejército. Bussi fue condenado a perpetua sólo en la Causa Brandalisis en Córdoba en septiembre de 2009, fue apartado de varias causas por cuestiones de salud, cumplía condena domiciliaria en un country tucumano y murió impune con varios procesos pendientes.

En diciembre de 2011, el ex jefe de la policía santiagueña durante la dictadura, Juan José Ramírez, que estaba prófugo de la justicia, se suicidó al ser localizado por la policía Federal arrojándose a las vías de la Estación de San Isidro. Y en febrero de este año, murió uno de los peces gordos de la represión en Chubut, Carlos Alberto Barbot, jefe del área 536 e interventor de la Policía del Chubut en dictadura, que con 78 años estaba procesado en varias causas que esperan juicio oral y público cuando se decida el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia.

Las muertes impunes de Paez, Arias Duval y Saint Jean, junto a las de Juan Fiorillo, Rodolfo Gonzalez Conti, Osvaldo Sertorio y otros en las causas de La Plata, no hacen más que confirmar la estrategia de “impunidad biológica” con que los genocidas se benefician como involuntario último recurso ante el cansino avance de las investigaciones.
De hecho en La Plata, aún con el proceso recortado por el “Circuito Camps” de 26 (ahora menos 3) represores imputados por unas 280 víctimas, en 2012 no se condenó a ningún genocida. Y suman sólo 20 los represores condenados en La Plata desde la reapertura de las causas, una cifra poco representativa para una zona represiva que contó con al menos 12 CCD y miles de víctimas de la represión coordinada tanto por la policía Bonaerense como por Ejército, la Armada y agentes civiles de Inteligencia o de grupos paraestatales como el CNU. Y hay en la Jurisdicción federal de La Plata unas 20 causas en instrucción con 94 procesamientos sobre 62 represores a ser juzgados en inciertos próximos juicios.

Insistir a la justicia y al resto de los poderes del Estado con un reclamo de mayor celeridad en los juicios es, a esta altura, además de una marca de coherencia de los que hace 36 venimos luchando por Juicio y Castigo, un alerta ineludible para que las condenas que llegan tarde no se transformen, paradójicamente, en el último eslabón de la cadena de impunidad.

10/07/2012

Elevaron a juicio la causa por el asesinato de Enrique Angelelli


La complicidad de la Iglesia
La investigación del crimen del obispo deja al descubierto el rol de la jerarquía eclesiástica durante la dictadura. Los fiscales señalaron en su acusación que las Fuerzas Armadas operaban “en coordinación y con el consentimiento de la Iglesia Católica argentina”.

Por Alejandra Dandan
La investigación por el asesinato del obispo Enrique Angelelli acaba de ser elevada a juicio oral. La arquitectura de la acusación que construyeron los fiscales federales Darío Edgar Illanes y Carlos Gonella tiene un agregado: muestra por primera vez en clave penal el rol que cumplió la jerarquía de la Iglesia Católica argentina durante la dictadura. Los fiscales dicen que no fue un rol silencioso ni sólo cómplice, sino un “rol activo” en las políticas del terrorismo de Estado: “El terrorismo de Estado fue un fenómeno mucho más complejo que el que intentan demostrar algunas miradas miopes, que lo reducen al accionar de las Fuerzas Armadas. En esta causa queda particularmente demostrado que el terrorismo de Estado 1976-1983 actuó criminalmente bajo el amparo de la jerarquía de la Iglesia Católica en Argentina”. O con otras palabras: “Que el sistema represivo operó en coordinación y con el consentimiento de la Iglesia, o al menos de buena parte de su jerarquía”.

Sobre el caso Angelelli, Gonella e Illanes concluyen que el obispo murió en “un atentado” producto de un “accidente intencional”: “Podemos afirmar con seguridad –explican– que la colisión automovilística donde monseñor Enrique Angelelli perdió la vida fue provocada de forma deliberada por otro vehículo que venía siguiéndolos” a él y al sacerdote Arturo Pinto, que salvó su vida milagrosamente “por razones ajenas a la voluntad de los acusados”.

Por el crimen imputaron a Jorge Rafael Videla y al ex ministro del Interior Albano Harguindeguy, que “emitió directivas precisas para eliminar los grupos vinculados al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo”; al ex jefe del III Cuerpo del Ejército Luciano Benjamín Menéndez; y a dos jefes del aparato represivo de La Rioja: el vicecomodoro Fernando Estrella, acusado en el juicio abierto por los curas de Chamical, y entonces segundo de la base de la Fuerza Aérea (Celpa), que funcionó como centro clandestino, y al entonces jefe de la D2, el ex comisario Juan Carlos Romero.

Para conectar la relación entre el rol de la jerarquía de la Iglesia y la causa Angelelli, los fiscales indican que de “la abultada prueba surge de que las persecuciones a los curas riojanos fueron puestas en conocimiento de la jerarquía regional y nacional”. Pero a partir de ese momento, y antes de situar la historia del obispo dentro del desa-rrollo y la persecución al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), explican por qué dicen que el sistema operó en coordinación y acuerdo con la Iglesia. “Resulta de singular importancia mencionar que así como en otras investigaciones ha quedado claro el rol desempeñado por otras instituciones estatales durante el terrorismo de Estado, como el Poder Judicial, en la presente causa se ha demostrado que el sistema represivo instaurado por las Fuerzas Armadas operaba también criminalmente como aparato de poder organizado en coordinación y con el consentimiento la Iglesia Católica argentina, o al menos buena parte de su jerarquía”, dicen. En ese sentido, toman como prueba “el registro” revelado hace unos meses sobre la entrevista que mantuvo el 10 de abril de 1978 Videla con la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, representada en ese acto por el obispo Vicente Zazpe y los cardenales Raúl Primatesta y Juan Aramburu.

El contenido del documento que forma parte de los archivos secretos de la Iglesia fue revelado por Horacio Verbitsky en Página/12. “En la reunión entre Videla y el Episcopado queda claro que en forma conjunta se buscaron soluciones para el problema de los desaparecidos –dicen los fiscales–, y que esas soluciones no fueron justamente blanquear la situación, informar sobre el destino de las personas, sino todo lo contrario.”

Primatesta escribió en el documento que, durante el encuentro, Videla se mostró preocupado porque los obispos habían usado la palabra “presos políticos”. Les dijo que “en el ámbito internacional y periodístico esos términos se interpretan como que acá hay presos por sus opiniones políticas, o por cuestiones raciales o religiosas, cosa que no es cierta: los que están presos –y citó casos concretos como el de Timerman– no lo están por esas causas sino por razones que hacen directamente a la guerrilla”. Primatesta le dijo a Videla que “se había tratado de una ‘nomenclatura vulgar’ y que no hubo otra intención”. Y le explicó que el problema que tenían ellos era el reclamo de los obispos, que a su vez recibían las quejas de los familiares, y que se acercaba el viaje para la Asamblea de Puebla, en el que los recibiría un ambiente “no local” donde se “pueden hacer cuestionamientos que de algún modo tendremos que responder”.

El texto transcribe lo que sigue: “El presidente respondió que aparentemente parecía que sería lo más obvio decir que éstos ya están muertos, se trataría de pasar una línea divisoria y éstos han desaparecido y no están; pero aunque eso parezca lo más claro sin embargo da pie a una serie de preguntas sobre dónde están sepultados; ¿en una fosa común? En ese caso, ¿quién los puso en esa fosa? Una serie de preguntas que la autoridad del gobierno no puede responder sinceramente por las consecuencias sobre personas. Se estuvo dialogando sobre la necesidad de buscar alguna solución...”, dejó escrito el cardenal sobre la entrevista en la que poco más tarde, por la reconstrucción, él dice que “la Iglesia quiere comprender, cooperar”.

“Es realmente asombroso el tratamiento que efectuaron los prelados sobre la ‘nomenclatura vulgar’”, señalan los fiscales. “Pero lo más asombroso e indignante resulta el sesudo análisis sobre ‘los desaparecidos’ y los problemas que podría generar en Puebla”, la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se iba a hacer el 27 de enero de 1979 en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, de México, para continuar con los lineamientos de la II Conferencia General de Medellín.

En ese punto recuerdan una frase de Aramburu sobre el final del encuentro: “Le sugerí que por lo menos dijeran que no estaban en condiciones de informar, que dijeran que estaban desaparecidos, fuera de los nombres que han dado a publicidad”. También recuerdan la frase del propio Videla a la revista cordobesa El Sur, en la que dijo que: “Los obispos nos asesoraron sobre la forma de manejar el tema de los desaparecidos”.

Primatesta va a aparecer nuevamente en la historia de Angelelli, esta vez como la persona que “gestionó” su “alejamiento” de la provincia de Córdoba y le dijo al vicario castrense del Ejército Victorio Bonamín: “Ojalá se lleve a los compinches”.

Pese al modo de construir en clave penal la participación de la Iglesia en la dictadura, los fiscales no avanzaron con una acusación contra ninguno de los obispos. Gonella dice que no lo hicieron porque todos los que aparecen están muertos y que él mismo dijo, en uno de los juicios de Córdoba, que si Primatesta estuviese vivo estaría entre los acusados.

LA INVESTIGACION DEL CRIMEN
Un atentado planificado

El expediente por el asesinato del obispo Enrique Angelelli contiene algunas definiciones importantes. Los fiscales plantean el caso como un “atentado” en el contexto de un accidente intencional. El hecho, dicen, “se planificó, ordenó e instrumentó el 4 de agosto de 1976 con la finalidad de eliminar al obispo de La Rioja, Monseñor Enrique Angelelli, que, con el sacerdote Arturo Pinto, partió a las 14.30 de Chamical munido de una carpeta con información sobre el homicidio de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, ocurrido días antes. Salió de Chamical con destino a la ciudad de La Rioja, al mando de un Fiat 125 Multicarga modelo 1973, por la Ruta Nacional 38, en dirección sur-norte, tomando el camino viejo para evitar que los miembros de Celpa supieran de su viaje”.

Cerca del mojón del Km 1056, luego de atravesar una elevación de terreno, a unos seis kilómetros de Punta de los Llanos, “se le acercó a gran velocidad un vehículo de color claro –presumiblemente modelo Peugeot 404—-, conducido por personas que no han podido ser individualizadas hasta la fecha, que circulaban en el mismo sentido y alcanzaron a la camioneta por su izquierda, encerrándola hacia la derecha con una maniobra intencionalmente brusca, momento en que se produjo una explosión”. La camioneta salió del asfalto, ingresó a la banquina en semicírculo y salió de nuevo a la ruta, donde volcó. Eso “trajo como resultado la muerte de Angelelli y lesiones en Arturo Pinto, entre las 15.15/15.30 horas, no consumándose la muerte de este último por razones ajenas a la voluntad de los acusados”.

Pinto perdió la memoria y se enteró de la muerte del obispo cuando salió del hospital, pero lo que dijo durante las noches de delirio es una parte importante de las pruebas que abonan la tesis del accidente provocado. Pinto decía entre lamentos de dolor: “Apúrese, monseñor, ya nos alcanzan”. Hablaba de un Peugeot blanco que los venía siguiendo.

Un enfermero de la época llamado Mario Rubén Gorosito dijo que lo único que se le entendía a Pinto era algo parecido: “Monseñor, cómo está monseñor, el auto blanco, los papeles, nos sigue un auto blanco”. Y la religiosa Delia Ursula Braida, entre otros, le oyó decir en esos días, inconsciente y delirando: “Qué pasó con el obispo... murió el obispo... nos aporrearon... nos seguía un Peugeot blanco...”

Para los fiscales, eso “no deja lugar a dudas de que se trató de un homicidio provocado”, un dato que cotejan con dos pericias. Ambas señalan un golpe en la camioneta por cuyas características consideran que pudo ser producto de la embestida de otro auto.

Ahora bien, el peso simbólico de la acusación está en otra parte: en la reconstrucción que los fiscales hicieron en clave histórica sobre el contexto del desarrollo del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, la semblanza de la figura de Angelelli, el rol político de su proyecto pastoral y los conflictos que esa política generó con los sectores más reaccionarios de la Iglesia y con los grupos económicos ligados a la tierra.

Las pruebas del espiral

Angelelli llegó a La Rioja en 1968, mientras se iniciaba en el país el desarrollo del MSTM. La presencia del obispo en la provincia tuvo dos etapas, una interpretación de su biografía que los fiscales también establecieron en este texto. El punto medio es 1971, cuando le prohibieron la difusión de las “misas radiales” a través de las cuales llegaba a toda la provincia. “A partir del año siguiente, impedido de militar a través de la palabra, pasó a militar a través de la acción directa”, dice el escrito.

La persecución empezó “con sutiles mensajes, en rigor veladas amenazas”, en los medios de prensa. El 20 de noviembre de 1973, el diario El Sol criticó un dictamen del obispo y dijo que era “preámbulo de la política de puertas abiertas al marxismo en la Iglesia”. Luego, continuó “a través de concretos actos de intimidación como la proscripción de las misas, siguió con represión y encarcelamiento, y finalizó con salvajes actos de crueldad hacia sus más directos colaboradores: secuestro, tortura y homicidio alevoso de los padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, el 18 de julio de 1976; el homicidio alevoso del laico Wenceslao Pedernera a una semana de ese terrible episodio y finalizó con el artero y cobarde atentado que terminó con la vida del obispo el 4 de agosto de 1976, en el que por milagro salvó la suya su acompañante, el padre Arturo Aldo Pinto”. Una de las pruebas mas importantes de la causa son documentos del Departamento de Inteligencia de la Policía de La Rioja, que muestran que confeccionó listados de sacerdotes que, según ellos, pertenecían al MSTM y el lugar donde estaban.

La construcción de Angelelli como subversivo y el modo en el que fueron cercándole el camino, las amenazas y la reconstrucción de los últimos momentos también forman parte de las pruebas. Serán parte de un nuevo artículo.

9/10/2012

Gerardo Martínez, del Batallón 601, continúa en las mismas

La patota de Gerardo Martínez de la UOCRA atacó salvajemente a cuatro obreros de la construcción

(AW) Más de 30 patoteros de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) ingresaron este miércoles con varillas de hierro a la obra de la calle Eva Perón 127, de Temperley, Partido de Lomas de Zamora, cuando los obreros participaban de una asamblea. Cuatro obreros fueron hospitalizados.

A las 10.15 del miércoles, los obreros participaban de una asamblea organizada por los dirigentes gremiales Nicolás Ríos, Ramón Contreras y Víctor Amarilla, de la Agrupación 26 de Julio/Naranja del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción (SITRAIC), cuando una patota que portaba varillas de hierro, comenzaron a golpearlos salvajemente.

Que la comisaría se encuentre a media cuadra de la obra evitó una tragedia dada la ferocidad de las golpizas.

Cuatro obreros heridos fueron trasladados al Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora y luego de las curaciones recibieron el alta médica.

Gastón Gómez, miembro de la comisión directiva del SITRAIC también fue agredido y lastimado. Víctor Amarilla fue herido en sus manos, brazos, espalda y en la cabeza recibió 14 puntos.

Se radicó la denuncia en la comisaría de Lomas de Zamora y cuatro de los atacantes fueron detenidos.

El SITRAIC convoca a una conferencia de prensa para el jueves 6 de setiembre a las 17 horas en el CTA Capital, Independencia 766, donde participarán representantes de organismos defensores de derechos humanos y de organizaciones sindicales, sociales y políticas.

Contactos: Juan Giglio y Oscar Castro: 1131257923 / 1155298846

Liliana Giambelluca (Para Agencia Walsh)
Buenos Aires, 5 de septiembre de 2012

9/06/2012

Chascomús: concejales impidieron colocar placas para recordar a tres desaparecidos

Concejales radicales, del GEN y el PRO del municipio de Chascomús se opusieron a la colocación de placas recordatorias de tres hombres nacidos en ese distrito y asesinados durante la última dictadura.

La iniciativa debía ser aprobada por el Concejo Deliberante local, pero los ediles de las tres fuerzas opositoras votaron en contra de ese homenaje, con el argumento de que antes debía cumplirse una ordenanza aprobada hace 5 años, que establecía la colocación de baldosas en homenaje a los tres desaparecidos oriundos de Chascomús.

Ante esta postura adoptada por los concejales de la oposición, militantes del Frente para la Victoria de Chascomús, junto a asociaciones de Derechos Humanos, iniciaron una colecta para juntar fondos y aportar las placas recordatorias.

Los tres chascomunenses víctimas del terrorismo de Estado, cuyo homenaje está trabado, son Eduardo Hernández, Raúl Ameri y Miguel Angel Villa.
Eduardo Hernández fue asesinado en Córdoba y su muerte derivó en la condena a reclusión perpetua para Jorge Rafael Videla, Luciano Benjamín Menéndez y otros genocidas.
Raúl Ameri fue asesinado en Rosario y Villa, en una comisaría de Florida, en el Partido de Vicente López.

El presidente del Concejo Deliberante de Chascomús, Oscar Ruiz, del Frente para la Victoria, explicó a Télam que el hecho ocurrió en la sesión del órgano comunal del 30 de agosto último.

Ruiz es el autor de la iniciativa que establece la colocación de placas recordatorias en la entrada del recinto deliberativo y que fue rechazada por siete votos contra seis.

"Los concejales de la UCR, del GEN y del PRO se opusieron aduciendo que antes debía ponerse en marcha la ordenanza que establece colocar baldosones con los nombres de las tres víctimas del terrorismo de estado", detalló.

Ruiz acotó que "el PRO siempre se opone a este tipo de reconocimiento, pero sorprende la actitud de la UCR y el GEN".
Los votos por la negativa fueron de los concejales Adolfo Aldabe, Claudia Pérez Cazal, Nélida Alvarez y Elías Gárriz (UCR); Miguel Alfonsín (GEN); Laura Mouján y César Echavarría (Unión Pro).

Por la afirmativa votaron Oscar Ruiz (FpV); Pablo Francese, Javier Gastón, Leandro Bordalecou, Elisa Castro y Gabriela Arreche (UxCh); en tanto la concejal del FpV Mariela Moscarella estuvo ausente por enfermedad.

8/30/2012

Cicatrices del tiempo arrasado

¿Quiénes son víctimas sobrevivientes de la última dictadura militar? ¿Sólo los familiares directos? ¿Hubo víctimas invisibilizadas? ¿Cuáles son las secuelas vigentes y de qué forma se las trata terapéuticamente? A esas y otras preguntas formuladas por Las/12 respondió Ana Berezin, psicoanalista, miembro del Consejo Asesor del Centro Fernando Ulloa, dependiente de la Secretaría de DD.HH. de la Nación
Imagen: Constanza Niscovolos
Por Noemi Ciollaro

Autora de los libros Relatos de la clínica psicoanalítica y Sobre la crueldad, Berezin (65) dirigió hasta 2010 el Programa de Asistencia Humanitaria y Psicosocial a los refugiados colombianos en Ecuador y Venezuela, reasentados por el Estado argentino, y sostiene que su labor consiste en aportar a “abrir la oscuridad que está en los ojos del que mirando no alcanza a ver lo que se le enfrenta o lo que lleva muy adentro”.
¿Qué sucede hoy con las víctimas sobrevivientes de la dictadura?

–Cuando se ven procesos de destrucción y violación de derechos humanos masivos, incluso en contextos de genocidio o catástrofe sociohistórica, como la guerra contra los campesinos en Guatemala, el conflicto armado de Colombia o El Salvador, es el conjunto social el que está afectado. Víctimas en última instancia somos todos. Las hay directas e indirectas, lo sepan o no. La sociedad ha quedado dañada, a veces por más de dos o tres generaciones. Depende de lo que se construye o no después. Es bueno aclarar que víctimas fuimos, no lo somos. Sobre todo desde el momento en que cayeron las leyes de impunidad y comenzaron los juicios. Lo que nos ayuda en lo social a salir del estado de sobrevivientes o de víctimas es la acción de verdad y justicia y una sociedad que continúa un debate sobre la memoria. Se es víctima cuando se está en un lugar pasivo y se es un sujeto que no tiene herramientas para tomar decisiones respecto de su libertad y de su vida.
¿Ni siquiera en la acción del reclamo, aunque no se obtenga justicia?

–Esto trajo un debate muy grande, hay que reconocer que fuimos víctimas, la enorme tarea, resistencia mediante y con los logros obtenidos en buena parte por esa resistencia permanente a lo largo de los años, continúa porque las batallas de la política de la memoria siguen y van a seguir en tanto haya daño y la construcción y la revisión histórica prosigan. Entonces fuimos víctimas y trabajamos para dejar de serlo, y una de las tareas centrales como psicoterapeutas es, junto con muchos otros actores sociales, dejar de serlo. Uno de los mayores daños y triunfos de los victimarios ocurre cuando las víctimas quedan consolidadas en esa identidad. La ausencia de resistencia, de verdad y justicia colabora fuertemente a consolidarla, a la manera de un nuevo documento de identidad. Hay quienes se presentan a sí mismos diciendo su nombre y que son “víctimas de...”, como si su única cualidad subjetiva fuera haber vivido el horror. Esto tiene que ver con todo lo dicho y es fundamental que haya un trabajo directo sobre cada uno, vez por vez, familia por familia, persona por persona que necesite algún tipo de asistencia que lo ayude a sobrellevar las marcas y los daños que le han dejado “impresos” en su subjetividad. Todo eso hace falta y en ese sentido en la Argentina somos “privilegiados”, es uno de los pocos países, o el único, que tiene una política de reparación tan amplia, pero hay cuestiones absolutamente irreparables: los desaparecidos son irreparables; padecer tortura es irreparable; el robo de bebés es irreparable... Durante mucho tiempo hubo mucha resistencia a reconocer que fuimos víctimas.
¿Habla de quienes no fueron víctimas directas?

–No, hablo en general, incluso de las víctimas directas –indirectas somos todos–, se las llamaba “afectados” en las organizaciones de derechos humanos, en los equipos de salud mental. Hubo un debate muy fuerte por ese lugar pasivo, inerme y esclavizado en que queda la víctima en el momento de ser victimizada. Pero pasa que si no nos reconocemos víctimas difícilmente vamos a dejar de serlo. Hay hechos reales, lo fuimos. Y si no lo hubiésemos sido no habría victimarios. Afectados es una palabra tan amplia..., son eufemismos. Fuimos víctimas y trabajamos para dejar de serlo desde hace tiempo y mucho más plenamente desde que cayeron las leyes de impunidad.
Hablemos del tema de la supervivencia.

–A mí se me hizo muy claro en el momento en que empecé a trabajar con los refugiados que habían pasado desaparición, torturas, masacres, violaciones. Eran refugiados colombianos en Ecuador y Venezuela y reasentados en la Argentina. Los programas de asistencia de cada país les dan el status de refugiado luego de un procedimiento jurídico; hablo del Acnur, o el Programa Mundial de Alimentos. Se les garantizan las condiciones de supervivencia física, vivienda, alimentos, remedios, lo básico. Pero lo que se olvidaba es que la supervivencia física es también psíquica y desde lo ético hay que pensar que esa persona tiene que acceder a una vida digna, tiene que pasar de ser sobreviviente a ser viviente, ciudadano, aun como refugiado tiene que ser sujeto de derecho y de derechos. Es otro aspecto muy importante: no reducir a quienes fueron víctimas a situación de supervivencia. Aquí lo que se llamó indemnización o dinero para los familiares de víctimas del terrorismo de Estado, o sobrevivientes de los campos de concentración es un aspecto, pero hoy lo que se plantea es una reparación integral de su salud física y mental. Si no hay un trabajo sobre el estado subjetivo, sobre los lazos sociales rotos porque reinan la desconfianza y el prejuicio, esa persona no podrá ser autónoma, dueña de su vida de nuevo. Necesitará asistencia continua y quedará fijado en situación de deterioro.
¿Es diferente la situación de los exiliados de la de quienes vivieron en la Argentina toda la dictadura?

–Es muy importante no entrar en calificaciones ni en cuantificaciones. ¿Quién mide el dolor humano? ¿Quién sufrió más, el escondido aquí o el escondido afuera? No se puede decir más o menos, siempre es cada uno, cada vez, cada quien, eso es algo que hay que tener muy presente. La otra cuestión es que es un debate permanente, es no juzgar, esto es una condición ética de entrada. Eso es central en la lógica del victimario. Nosotros no juzgamos, no somos jueces, ni sacerdotes. Un buen juez juzgará el delito, pero no juzgará el padecimiento de nadie, ni qué hizo con ese padecimiento, ni cómo respondió, o si se defendió y qué pudo aguantar y qué no. Esto es válido para todos los actores, jueces, funcionarios, testigos, compañeros, terapeutas. Juzgar fue la lógica de quienes emitieron juicio sobre quién tenía derecho a vivir y quién no. Es tomar la vida del otro en las propias manos y es erigirse desde un lugar en que yo juzgo a las “buenas y malas” víctimas o a los “buenos y malos” sobrevivientes. Ese es el lugar del opresor, del dominador. Y es revictimizar. Los victimarios trabajan mucho en esto, así como comprometen a toda la fuerza represiva en los crímenes de lesa humanidad, también obligan a la colaboración de las víctimas en el proceso victimizante.
¿Qué secuelas quedaron en las víctimas?

–Todos hemos quedado con marcas y daños emocionales y físicos, me voy a referir a los diversos síntomas de esos daños, pero fuera de todo marco psicopatológico. Los síntomas que presentan los sobrevivientes del terrorismo de Estado no obedecen a ningún cuadro psicopatológico, ni pueden ser catalogados como problemáticas de ese tipo: son los daños que en mayor o menor grado sufre cualquier persona que atravesó el horror concentracionario, la tortura, la desaparición de un familiar. El primer daño respecto de la desaparición es vivir en un duelo permanente y eso no es por un cuadro melancólico, es por lo que implica la desaparición, lo que implica un genocidio y una masacre, aun cuando se recuperen los cuerpos y haya finalmente un entierro. En ese caso se cierra una etapa, pero el duelo de haber tenido que elaborar, metabolizar y convivir con tamaño dolor durante tanto tiempo efecto de la crueldad de los otros es una carga muy difícil para los familiares directos. Y como con toda carga hay que repartir el peso; si compartimos el duelo es más liviano. Por eso es tan importante el ejercicio de memoria y acompañarlo, aunque ya estén los juicios y muchas verdades se sepan. Llamo víctimas directas a familiares, parejas, amigos muy próximos. Y familiares abarca hermanos, primos, cuñados, personas comprometidas en la historia de esa persona, a veces un amigo es como un hermano. Esa carga tenemos que llevarla entre todos. Aun cuando prosiga el trabajo que hace el Equipo de Antropología Forense (EAAF) y se cierre de algún modo una etapa, hay algo que continúa y que fue el horror atravesado.
Recuperar los huesos significa saber algo de cómo terminó una vida...

–Es importante, porque saber cómo terminó una vida, aunque sea en parte, es darle sentido a esa vida incompleta. Esa es una de las cosas más siniestras y crueles de la desaparición: cuando se borra el final de una vida es como si se borrara su vida entera. El gesto de Videla de “no sé, no están, no existen...” es no están ni vivos ni muertos, no existieron nunca..., borra toda la historia de ese sujeto. Nacemos, vivimos y morimos, y cuando se niega uno de esos tiempos se arrasa con los otros. Encontrar los restos hace que por lo menos uno sepa que terminó, y algo de cómo terminó, alguna marca.
¿Qué ocurre con la culpa del que sobrevivió?

–Es muy dura y uno sabe que muchas veces incluso en el interior de las familias hay culpabilizaciones, porque son formas fallidas, intentos de liberarse de la espantosa culpa de haber sobrevivido. Se proyecta en el otro, se le dice al otro “por tu culpa que no le avisaste”, “por tu culpa que no le dijiste, que no hiciste o hiciste” tal cosa. Y eso les ocurrió especialmente a las madres y a las mujeres, las parejas. Desde la famosa frase de la dictadura en TV “usted es responsable” en adelante, y ya con nuestras propias voces, no con la del victimario, se responsabilizó a las madres, a la principal procreadora, criadora. Y a las parejas, mujeres, novias, y esto sigue, hay un proceso muy lento de cambio, pero todavía estamos en pañales en estos ámbitos. Esto ocurre no sólo por la mirada cultural, sino también por cómo asumimos esa cultura, es complejo. Para las mujeres, esposas, es muy duro porque, hayan sido compañeras de militancia o no, está eso del cuidado de la pareja. “¿Por qué ella sobrevivió y él no?”, pregunta que no aparece al revés, cuando es la mujer la que ha desaparecido al varón no se lo interroga por eso. La pregunta es pésima en cualquier caso, me refiero al lugar muy duro que tuvieron las parejas mujeres que han sobrevivido. Fueron invisibilizadas y en algún punto fueron tomadas por la situación y pelearon poco su lugar. Por la culpa de haber sobrevivido, porque había que sacar adelante niños, porque había que seguir cuidándose de no caer, sostener a todos vivos, proteger a los que quedaron. No contaron en la mayoría de las ocasiones con familiares que apoyaran porque estaban aterrorizados, y no hay que juzgarlos, pero fue muy activa la invisibilización. Nadie les vino a decir “ustedes que han tenido que estar escondidas en algún lugar sin decir mu, pidiéndoles a los hijos que no dijeran que el papá o el abuelo fue secuestrado y desapareció, no se merecían ese trato”. Al contrario, y hablo desde después del ’83 –y esto en los testimonios aparece muy claro–, eran miradas desde la sospecha, por lo menos. Muchas mujeres sobrevivientes dicen “a mí no me pasó nada” y sin embargo estuvieron secuestradas, días, horas, minutos, mientras se hacía el operativo en que se llevaron a su pareja. Ese tiempo es inmedible, es muy importante que alguien en nombre del Estado venga y te diga eso, ayuda mucho a la verdad, a que no se invisibilice la verdad de la cual vos sos sujeto. Dicen “a nosotras no nos pasó nada” porque están vivas. Pero la vida no es sólo supervivencia. Ellas y muchas veces sus hijos presenciaron ese horror y su vida estuvo en peligro. Y sin embargo en muchos casos no lo han podido decir, no lo han denunciado. La fuerza de la culpa y la vergüenza de sobrevivir es brutal. Primo Levy lo pudo escribir mejor que nadie, es asumir la vergüenza de la condición humana porque acontezcan estas cosas, pero es asumirla desde el propio cuerpito de cada una; algo semejante pasa con las violaciones.
Usted incluyó a los amigos entre las víctimas sobrevivientes...

–Sí, los amigos cercanos, que han compartido historia de militancia o no, en ellos como en las mujeres, ha quedado invisibilizado el daño que han sufrido y las marcas que eso les ha dejado. De hecho muchos se exiliaron o escondieron en el país porque cayó el mejor amigo, nada más que por eso. Perder a un hermano o hermana de la vida no es menor y socialmente nunca fue tenido en cuenta como parte de esa población dañada.
¿Desde lo terapéutico qué puede decir?

–Es poco lo que puedo decir, porque siempre es con cada uno, cada vez, y muy distinto cada vez, aunque compartan la mayoría de los padecimientos con los demás. Como en todo trabajo clínico, siempre es cada vez con cada uno. Para mí hace mucho y aunque sigan siendo un referente, las clasificaciones psicopatológicas se me rompieron en mil pedazos, las rompo cada vez porque un sujeto está por fuera, desborda una clasificación. Partiendo de la no psicopatologización de quienes fueron víctimas, en las situaciones límite las referencias se replantean cada vez mucho más abiertas. A su vez este trabajo en la frontera de lo humano enriquece la comprensión del sujeto en condiciones “normales”, así entre comillas. O sea en el sentido de lo que es el común de la vida, no en el sentido de salud o enfermedad, enriquece la comprensión de la condición humana, por lo cual nuestro trabajo se enriquece, nos desgarra, nos desafía, nos conmueve y se requiere mucho trabajo de cada uno sobre nosotros mismos y nuestra posición ética. Yo escribí hace poco que toda ética tiene que ser una respuesta al dolor humano.

8/15/2012

"Hay jueces militantes de la impunidad"

El fiscal Auat dijo que “hay jueces militantes de la impunidad” Jorge Auat, fiscal a cargo de la unidad que realiza seguimientos sobre los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos por la dictadura, advirtió que “hay jueces militantes de la impunidad”, al tiempo que celebró el camino abierto en materia de juzgamientos, más allá de que “todavía falta” por hacer. 

El fiscal se pronunció así al presentar un relevamiento sobre el avance de las causas contra represores en todo el país ante la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados. “Lo más difícil es ir contra las estructuras del sistema judicial; hay jueces militantes de la impunidad y siguen existiendo mecanismos perversos que protegen a jueces funcionales a la impunidad”, declaró Auat. 

En ese marco, pidió ante la comisión un “acompañamiento político” al accionar de la unidad fiscal y que ese ámbito parlamentario actúe como “caja de resonancia” de los procesos judiciales. “La impunidad se refugia en las propias estructuras que debían ser las que pusieran fin a la impunidad; teníamos un caballo de Troya adentro del sistema judicial, que opera mecanismos propios para protegerse”, afirmó Auat sobre las causas contra represores que no registraron grandes avances en años.

Auat relató en detalle parte del trabajo llevado adelante por la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las Causas por Violación de Derechos Humanos cometidas durante el terrorismo de Estado ante la comisión a cargo de Remo Carlotto, adonde asistió acompañado por el coordinador de esa unidad, Pablo Parenti. “Hay que interpelar fuertemente y con celeridad a los jueces funcionales a la impunidad” opinó Auat, para quien “se necesita dar sustentabilidad a una política de Estado concreta con acciones concretas”. 

La Unidad -que depende de la Procuración General- fue creada en el 2007 para hacer un relevamiento y seguimiento constante de las causas, cualquiera sea su estado procesal. También tiene por objeto “coordinar con los fiscales de todas las jurisdicciones las estrategias de investigación y persecución para posibilitar la apertura y sustanciación de los juicios en los plazos más breves posibles”. “Es una especie de cuerpo extraño en un sistema judicial que no está preparado para llevar adelante los procesos por violaciones a derechos humanos cometidas por la dictadura”, graficó Parenti sobre el accionar de la Unidad. 

Además, sugirieron la necesidad de impulsar cambios en el Código Procesal Penal y la posibilidad de que los legisladores formulen pedidos de informes a los jueces a cargo de expedientes contra represores. Como ejemplo del lento avance judicial en materia de derechos humanos, Auat y Parenti mencionaron la demora de los jueces a la hora de fijar las audiencias, o de elevar una causa a juicio oral y la ausencia de herramientas concretas para pedir “explicaciones” a los magistrados.

Presentaron el crítico informe sobre la situación en las cárceles

En un masivo acto en el Pasaje Dardo Rocha, la Comisión Provincial por la Memoria da cuenta de los más de 7.000 casos violaciones a los derechos humanos cometidos en dentro del Servicio Penitenciario Bonaerense.

Integrantes del Comité Provincia por la Memoria durante la presentación del informe
“Los Derechos Humanos y democracia son valores indivisibles. Si se debilitan los derechos humanos las democracias se resquebrajan”. Esas palabras del premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, contextualizaron la idea del Informe Anual 2012 sobre la situación de las cárceles bonaerenses que la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó este martes en el Pasaje Dardo Rocha en un acto en el que revelaron, entre otras violaciones, que el año pasado el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) fue denunciado por cometer 7.089 delitos contra los Derechos Humanos en perjuicio de detenidos en cárceles de la provincia de Buenos Aires.

El informe fue presentado por el Nobel y co-presidente de la CPM, su par y ex fiscal general de Bahía Blanca, Hugo Cañon, el secretario ejecutivo del organismo, Alejandro Mosquera, y el coordinador del Comité contra la Tortura, Roberto Cipriano García, en un acto del que participaron el vicegobernador Gabriel Mariotto, el secretario de Derechos Humanos provincial, Guido Carlotto, y la jefa del SPB, Florencia Piermarini. El legislativo provincial estuvo representado por los diputados nacionales Leonardo Grosso y Martín Sabatella, el senador provincial Santiago Carreras y los diputados Fernanda Raverta y Marcelo Saín, entre otras personalidades.

También estuvieron presentes las Madres de Plaza de Mayo Adelina de Alayes y Nora Cortiñas, integrantes de H.I.J.O.S, el juez Carlos Rozanski y el defensor de menores de La Plata Julián Axat, entre otros.

Al presentar el séptimo informe anual de la CPM, Pérez Esquivel interpeló a “toda la sociedad” y apuntó directamente a la Justicia: “También es (el de las cárceles) un problema judicial. Los jueces deben hacer un seguimiento de las personas que están en prisión porque las cárceles no son depósitos humanos”, dijo.

A su turno, Cipriano García dijo que el informe es “un alerta que se enciende por la violación de los derechos humanos en manos de las fuerzas de seguridad”. En su exposición dio a conocer información del extenso trabajo del CCT que revela que la tortura es una “práctica sistemática” y que el “hacinamiento es crítico” en las cárceles provinciales, entre otros datos.

“Desde la Comisión tenemos propuestas para reorientar la política criminal. Vemos con mucha esperanza la conformación de una comisión plural para la reforma del Código Penal, tan desarticulado por las leyes Blumberg”, dijo Mosquera y agregó: “Creemos fuertemente que hay que democratizar la justicia, algunos pasos se están dando pero, hay que discutir la selección de los magistrados, lograr la autonomía de la defensa. Crear una policía judicial implica tocar intereses y hay que tocarlos”.

Al recibir el libro del Informe de manos de Cañon, Mariotto dijo que “Desde todos los bloques legislativos atendemos este trabajo con la obligación de dar respuestas de conjunto, como por ejemplo, el avance en el Mecanismo de prevención de la tortura, la creación de la Policía Judicial. También vamos a trabajar en la autonomía de la defensa”. Además, se comprometió a debatir con la sociedad el tema y “encontrar las herramientas necesarias para que el próximo informe no tenga este nivel de degradación que nos llena de vergüenza, que nos llena de humillación pero que nos obliga a comprometernos como funcionarios”.

Informe. El Informe Anual 2012 sobre la situación de las cárceles bonaerenses que la CPM presentó en el Pasaje reveló que el año pasado el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) fue denunciado por cometer 7089 delitos contra los Derechos Humanos en perjuicio de detenidos en cárceles de la provincia de Buenos Aires. Los hechos incluyen varios tipos de tortura (duchas o manguerazos con agua fría, bastonazos en plantas de los pies, aislamiento absoluto durante meses, golpes en todo el cuerpo) y distintos apremios y vejaciones, como falta de atención médica, afectación del vínculo familiar, pésima alimentación, y abuso contra mujeres y minorías sexuales.
Casi la mitad de esas situaciones se registraron en las Unidades Penales 1, 2, 9, 15, 17 y 28, que como en el resto del escenario provincial, soportan una superpoblación carcelaria que supera el 50 por ciento. De los 28 mil detenidos que la provincia deposita en sus 60 unidades, el 62% registra prisión preventiva. Es decir, personas aún sin condena.

El informe exige “desmilitarizar” el funcionamiento del SPB, y crear mecanismos independientes de control para la prevención de la tortura, como establece el Protocolo Facultativo a la Convención contra la Tortura de Naciones Unidas. Para la iniciativa, el proyecto nacional propuesto por 23 organizaciones de la sociedad civil cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados, pero si Senadores no lo trata, podría perder estado parlamentario.

Los detenidos fallecidos durante el año pasado fueron 126, por distintas causas. Y 5164 padecieron lesiones por hechos de represión a cargo de personal policial.